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DEL AGUA AL PAVIMENTO

Organización: Parceros por Colombia

¿Sabías que los humedales han sido por tradición sitios sagrados?

Allí los indígenas realizaban peregrinaciones, ceremonias y demás eventos culturales. Es por esto por lo que las tribus locales cuidaban tanto de estos lugares y el desarrollo de sus comunidades se hacía en torno a la conservación de estos; aunque todo esto empezaría a cambiar en los tiempos de colonización, donde los ecosistemas hídricos del altiplano cundiboyacense serían objeto de desecación y transformación por la búsqueda de objetos valiosos como el oro que dan vida a la leyenda de “El Dorado”.

Desde entonces, los ecosistemas lénticos como lo son humedales, lagunas, pantanos, ciénagas, etc., han sido objeto de sobreexplotación y mal manejo por parte de los pobladores, sufriendo cambios desde desecación, desvíos y relleno para la adecuación de tierras hasta la desertificación completa por la sobreexplotación agrícola, que desencadenan una serie de afectaciones directas en el área de influencia en las cuales se incluyen la disminución y desplazamiento de fauna y flora nativa del lugar, alteraciones en las dinámicas naturales y alteración en el microclima local. A lo largo de los años, estas problemáticas han emergido y su visibilidad se hizo prominente a nivel internacional, lo que conllevó a realizar convenciones y tratados para su protección y uso racional y sostenible como lo son la convención “RAMSAR” realizada en 1971 en Irán como tratado único mundial que se centra en este ecosistema, para clasificar humedales de las partes suscritas como de “importancia internacional”.
Actualmente, la sabana de Bogotá cuenta con humedales de importancia RAMSAR y esto ha logrado que se enfatice más su protección y preservación. Aunque, en general, las problemáticas de estos ecosistemas en el altiplano cundiboyacense son similares, cada uno de estos espacios es merecedor de la ejecución y adopción de un plan de manejo ambiental que garantice su preservación a largo plazo; específicamente, entre los municipios de Mosquera y Funza, existen dos ecosistemas que son los más representativos por su extensión e importancia cultural e histórica, que son el Humedal Laguna La Herrera y el Humedal Gualí que se encuentran fuertemente acorralados por la contaminación y la intervención humana de sus alrededores.
La Laguna de la Herrera y el Humedal Gualí están llenos de historia. Las personas que han habitado toda su vida sobre estos lugares tienen relatos y tradiciones en torno a estos cuerpos hídricos. Estas personas tenían la posibilidad de bañarse en el humedal con amigos, de realizar un paseo de olla los fines de semana con la familia y de contemplar hermosos paisajes durante horas sin ningún tipo de ruido o contratiempo. Estas aguas están tan sobrecargadas de nutrientes y metales pesados como de recuerdos.

¿Y qué pasó?
Las cosas empezaron a salir mal, el ganado se empezó a extender hacia las rondas hídricas, la demanda de alimentos empezó a crecer tanto que la extracción de agua para riego aumentó y consigo la contaminación por agroquímicos; los terrenos cercanos se vieron invadidos y saqueados por sus suelos ricos en materias primas para la construcción, sector que posteriormente empezó a irrumpir con apartamentos; las rondas de los humedales que, ahogados en escombros y en plantas exóticas, que tratan de limpiar la sobrecarga de metales pesados que las industrias asentadas en el humedal desechan cada día, se resisten pasar del agua al pavimento.
Entonces, ¿para qué cuidar los humedales?
Los humedales de la sabana son de gran importancia, aunque algunas personas lo vean como un charco de agua o un potrero que solo llama zancudos, estos cuerpos hídricos son refugio de gran diversidad de plantas, aves, insectos, mamíferos, etc. Además, nos ayudan a evitar inundaciones y ofrecen una gran cantidad de bienes y servicios para los seres humanos y demás animales, como alimento, fuente de materias primas, medicinas, entre otros.
Para que estos ecosistemas persistan el pasar de los años, es importante que cada una de las personas que viven y dependen indirectamente de los humedales los conozcan, reconozcan su gran valor como ecosistema estratégico para la preservación de diversas formas de vida incluyendo la nuestra, y sean actores cruciales en el cuidado y protección de este. ¿De qué manera? Visitando estos lugares, apoyando las jornadas de siembra y mantenimiento de los árboles presentes en el lugar, transmitiendo el conocimiento a la familia, amigos e hijos que son las futuras generaciones y a las cuales les mostraremos el humedal al que, con mucho esfuerzo le devolveremos la vida y le retribuiremos un poco de todo lo que él nos ha brindado. Así mantendremos viva la historia y esencia del agua en la sabana.

Por: Julián Dávila, cofundador Parceros Por Colombia
@parcerosxcol (Instagram)
Revisado por: Claudia Lorena Valencia, Ing. Ambiental, Promotora de ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible)


“Ustedes pueden quedarse tranquilos y pensar que nada está sucediendo, mientras el planeta, la casa común, se destruye. O podemos juntarnos para realizar acciones que frenen el cambio climático”.
Francia Márquez

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